Por:
Andrés González Duperly

“No nos atrevemos a muchas cosas porque son difíciles,
pero son difíciles porque no nos atrevemos a hacerlas”.
Séneca


La velocidad del crecimiento exponencial de las tecnologías de la información, la gestión del conocimiento, la inteligencia de negocios —entre otros desarrollos que evitan el riesgo de naufragar en las corrientes de la competencia—, inducen al Dirigente-Líder a tomar las mejores decisiones en diferentes ámbitos; a elegir con criterio; a sopesarlas con cautela.
Las decisiones, como los faros, son guías que orientan las estrategias de supervivencia, rentabilidad y crecimiento de las organizaciones. Como los navíos en aguas de sostenibilidad, éstas comprometen al Dirigente-Líder con su vida intelectiva, emocional y volitiva. Las decisiones, como las olas, propician las transformaciones y como la brújula, son responsables de asegurar la estabilidad y sinergias desde el crecimiento personal y profesional las que, desde el liderazgo transformacional en sus dimensionas se vislumbran.
También, la toma de decisiones desde la lente financiera, comercial, productiva, organizacional, etc. facilita a la alta dirección de cualquier sistema productivo a mantener el navío en rumbo, contrarrestando las borrascas en los problemas que siempre se presentan.
Así también, las decisiones oportunas permiten realizar la travesía hacia los destinos, con ilusión de prosperidad en las utilidades. Hace que la aventura sea positiva a pesar de los cambios, de tormentas en las incertidumbres, que de por sí, como los barcos en la marea, en su constante movimiento, requieren anclajes en las soluciones.

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